jueves, 26 de marzo de 2015

La principal prioridad de la medicina de familia en España: la precariedad

“¿Cómo es eso que tanto le gusta decir a Cicerón? El esclavo es el “instrumento vocale, que se distingue de la bestia, el “instrumento semivocale, que se distingue de la herramienta común”
Espartaco. Howard Fast

Si la inversión en Atención primaria reduce la mortalidad es “ porque el papel de los médicos de familia es proteger a los pacientes de la medicina” como señalaba recientemente Iona Heath en Montevideo. Ahora bien, para ejercer esa protección, y evitar que la yatrogenia siga siendo la tercera causa de muerte (Barbara Starfield, 2001), es imprescindible que el médico de familia ejerza y practique una difícil palabra llamada longitudinalidad.
Si preguntáramos a la mayor parte de los responsables políticos de este país qué significa este término, mirarían con cara de incredulidad pensando que nos estamos refiriendo  a algún sistema de medición del salto de longitud. Significa atender a un paciente, a una persona, “desde la cuna a la tumba” ( from the crandle to grave). Sin ese ejercicio, que requiere un considerable esfuerzo, el valor de la medicina de familia y por ende de la atención primaria, se diluye como un azucarillo en agua.
La Organización Médica Colegial denunciaba hace dos semanas que el Sistema Nacional de Salud es la mayor empresa de trabajo temporal de España. Una noticia de una gravedad enorme, pero a la que, como de costumbre, casi nadie ( y menos los políticos) han prestado atención. El “Estudio sobre la situación laboral de los Médicos en España”, con base en la información procedente de 11.731 encuestas, señala que la precariedad e inestabilidad laboral se ha intensificado sustancialmente en los últimos años, hasta el punto de que casi la mitad de los médicos españoles tiene contratos eventuales (46.8%), de los cuales también casi la mitad (41,6%) tiene un contrato precario. Esa situación además, se prolonga a lo largo de más de 10 años en un 30% de las ocasiones. El contrato más prevalente es el de menos de 6 meses ( 33,5%), seguido por el de guardias ( 15,2%).Como sueles ocurrir , la precariedad se ceba especialmente en las mujeres y los más jóvenes ( el 45.6% de los desempleados tiene menos de 40 años). Simples “ instrumentos vocales”.
Si en otro país “civilizado” el máximo responsable de la organización  profesional de los médicos afirmara que “no hay precedentes de llegar a estos niveles de explotación”, como ha hecho Juan José Rodríguez Sendín, algo habría ocurrido ya, bien por acción de los propios políticos o por parte de los profesionales ante la ausencia de respuesta de aquellos. Por el contrario, aquí seguimos todos “tranquilos en el sillón” como cantaban los Celtas Cortos.
El problema número 1 que tiene la Medicina de Familia en España no es la carrera profesional, ni la investigación, ni mucho menos la calidad, la cronicidad o la prevención primaria con estatinas. Se llama simple y llanamente precariedad, aunque podría llamarse también explotación.
Con contratos  a tiempo parcial que acaban el viernes a las 2 para reiniciarse el lunes a las 8, y que terminan de nuevo a las 2 para empezar ( en el mejor de los casos) en otro centro de otra ciudad tres días después, la continuidad no existe. La longitudinalidad no existe. La medicina de familia y su razón de ser, sencillamente desaparece.
Estamos perdiendo una generación de médicos de familia, como tan claramente demostraba Javier Padilla en Médico Crítico utilizando los datos del Servicio Andaluz de Salud. Sencillamente da miedo. Una generación ha desparecido en el desierto , mientras seguimos intentando convencer a los estudiantes de medicina de que hagan una especialidad para la que apenas hay futuro.
Podemos seguir entretenidos en nuestros talleres de diabetes pensando que es un problema suyo, de esos que tuvieron la mala suerte de hacer la especialidad en la primera década del siglo XXI. El pequeño problema es que de continuar así, de seguir aceptando y tolerando resignadamente la precariedad y la explotación dentro de una década, cuando nos hayamos jubilado los respetables “ propietarios”, no habrá especialidad de medicina de familia. Habrá dejado de ser necesaria y nadie derramará una lágrima. Para ese final no hacía falta el viaje que algunos iniciaron en 1979.
(Imagen tomada con autorización del blog Médico Crítico)

1 comentario:

  1. ¿HAY PRECARIADO? NÓMBRENSE EMÉRITOS.
    El ejercicio de la Medicina, en cualquiera de sus formas, exige que el médico pueda vivir de su trabajo con dignidad, lo que supone un mínimo de estabilidad laboral e independencia profesional.
    Al pasar a concebir la Medicina, por parte de médicos gestores que ni gestionar saben, como una actividad industrial, todo lo descrito en el post parece admisible. El MIR ya no se concibe tanto como un período de formación remunerado cuanto como una salida laboral. Después de él, los jóvenes médicos ya saben lo que hay: los “afortunados” que no se hayan significado con la menor crítica a sus dóciles jefes entrarán en una situación de precariado; los demás tendrán que emigrar o dedicarse a otra cosa.
    En el SERGAS están jubilando de modo abrupto a “propietarios” al cumplir los 65 años. Sería estupendo que esa decisión tomada a tontas y a locas para “ahorrar”se acompañara de una renovación de plantillas pero eso no sucede. La tasa de reposición es bajísima y las condiciones laborales en que se efectúa son nefastas. En esas circunstancias, la calidad asistencial decae ostensiblemente con el consiguiente beneficio para la actividad privada, ya en manos de los de siempre y que, por otra parte, siguen controlando la actividad pública (creo que es conveniente recordar esto). Resulta así escandaloso y ofende a la inteligencia que, en tal contexto, se haga eméritos del SERGAS a personas que tienen una voluntad decidida de privatizar la sanidad pública (mediante la fórmula de las “áreas de gestión”). Esos eméritos, premiados a su vez en mi ciudad por nuestro Colegio con el máximo galardón, podrán seguir hasta los 72 – 73 años compatibilizando sus actividades públicas y privadas como médicos y asesores en aras de la misma eficiencia por la que son desterrados tantos compañeros jóvenes y por la que, a quienes se quedan, se les niega en la práctica el pan y la sal para poder ejercer noblemente la Medicina. Es cierto que el número de eméritos es escasísimo, pero su influencia muy poderosa.

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