sábado, 28 de junio de 2014

Ser el eterno forastero

“El gran error de la naturaleza humana es adaptarse. La verdadera felicidad estaría constituida por un perpetuo estado de iniciación , de sucesivo descubrimiento, de entusiasmo constante. Y aquella sensación solo lo producen las cosas nuevas que nos ofrecen resistencias que aún no hemos asimilado. El matrimonio destruye el amor, la posesión mata el deseo, el conocimiento aniquila el placer, el hábito la novedad, la destreza, la conciencia. Ser el eterno forastero, el eterno aprendiz, el eterno postulante, he allí una fórmula para ser feliz.”
Cartas a Juan Antonio. París, 28 de enero de 1954. Julio Ramón Ribeyro.

Si se revisan los fríos informes de cualquier agencia internacional los diferentes sistemas sanitarios son entes abstractos incomparables, dada la diversidad de modelos de financiación, organización y propiedad que esconden, por no hablar de las diferencias históricas y culturales que les caracterizan. En el caso de la atención primaria son múltiples los prestadores de servicios, las formas de composición de los equipos, los salarios de los profesionales…
Pero esa diferencia tan ostensible de paisajes que se apreciaría desde un hipotético avión que sobrevolara los sistemas sanitarios, va disminuyendo cuando uno aterriza y entra por la puerta de un centro de atención primaria, y desaparece casi completamente en el momento en que visita el espacio reservado de una consulta, en la que un paciente busca la ayuda de un profesional sanitario. Ya sea en Brasil, España, Estados Unidos, o Perú, las miserias y grandezas del acto único de atender a una persona son las mismas.
Gracias a la Dra. Sofía Cuba (presidenta de la Sociedad Peruana de Medicina Familiar y Comunitaria hasta hace unos meses) tengo el privilegio de poder conocer desde muy cerca la realidad de la atención primaria en Perú. Sociedad que se enfrenta a los mismos obstáculos que tuvimos que afrontar en España hace treinta años: el desconocimiento de la población respecto a lo que significa ser “medicina de familia”, el menosprecio de algunos especialistas, la indiferencia de los políticos … Pero a pesar de todo, siguen perseverando en la tarea de hacerse con el lugar que les corresponde dentro de su sistema sanitario, un esfuerzo al que, por el contrario, hemos renunciado a continuar haciendo en España. Se encuentran en ese estado de iniciación, descubrimiento y entusiasmo que nosotros olvidamos hace tiempo.
Al visitar centros o postas como las de Condevilla, Amakella o el centro de Essalud en Chorrillos uno recuerda lo mucho que hemos perdido en este viaje por no ser los eternos forasteros. Las historias clínicas son de papel, en algunos lugares  historias clínicas familiares como las que tuvimos y perdimos, pero permiten darse una ida rápida del paciente con solo ojear sus páginas; al margen de que los secretos que esconden solo pueden ser conocidos por unos pocos, el archivo no se les “cae” por extrañas razones que solo los informáticos y Dios conocen. No quiero decir con los que comenzaron el proceso de implantar historias electrónicas haya de volver al papel, sino todo lo que hemos perdido en la transición con la resignación del que ha perdido ya el entusiasmo de hacer las cosas bien. 
En una excelente presentación la Dra. Jessica Gómez Coronel, R2 de la Universidad Cayetano Heredia, es capaz de informar detalladamente de la distribución de los pacientes en función del tipo de familia a la que pertenecen, ya sea nuclear,ampliada, extendida o monoparental. El trabajo con genogramas o ciclos vitales lo abandonamos también en el progresivo proceso de dejar el nombre de la especialidad sin contenido: una medicina familiar y comunitaria que ni se preocupa por la familia (salvo honrosas y menguantes excepciones) ni atiende a la comunidad. En Condevilla o Amakella sí lo siguen haciendo, teniendo perfectamente identificadas y censadas las organizaciones comunales , los centros educativos con su correspondiente plan de trabajo, los sectores del barrio sobre los que regularmente actúan médicos y enfermeras.
En la pizarra de una de las consultas del Chorrillo  no se encuentra (afortunadamente) el dibujo de la pirámide de estratificación de Kaiser Permanente que tanto gusta ahora a los servicios regionales españoles. Escrito a mano, en un recuadro se señala una verdad eterna: “ el secreto de la atención de un paciente es atender a ESE paciente”. ESE paciente, que siempre es único.
Como decía el maestro Ribeyro, cometimos un gran error al adaptarnos, al perder ese estado eufórico de iniciación y descubrimiento gracias al cual avanzamos tanto. Resignados a un matrimonio de conveniencia con la administración , de quien aceptamos todos sus desprecios por seguir teniendo un techo, hemos perdido el deseo y el placer de ser  médicos de familia. Ribeyro señala muy bien cual es el camino de recuperarlo: ser los eternos aprendices, los eternos postulantes, los eternos forasteros.

2 comentarios:

  1. "El secreto de la atención del paciente está en interesarse por él"... Es reconfortante comprobar que para algunos profesionales sigue vigente esa hermosa frase de Francis Weld Peabody, en su artículo de 1927 "The care of the patient", que pasa por ser el artículo médico más citado.
    http://courses.washington.edu/hmed665i/MSJAMA_Landmark_Article_The_Care_of_the_Patient.html
    Como siempre, muchas gracias, Sergio.

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  2. No, como siempre muchas gracias a ti Rodrigo, Por rescatar una joya que no aperece en los medios al uso. Y que supone una fuente de inspiración muy preciosa

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